Siempre llega algún primer día, y nos encontramos con esa mezcla de emociones que supone todo comienzo de lo que es nuevo. Hacía unas semanas que venía acondicionando el hogar, preparándolo con algunos detalles para el momento del estreno, y finalmente ese momento es este.
Me parece que estaba dándole algunas vueltas, como esperando la inspiración para imprimir a la entrada inicial el tono solemne que debería merecer esta especie de acto de inauguración. Pero qué más da, si lo importante al fin y al cabo es ponerse en marcha.
Extrañaba este espacio, sin contar el plus de esa sensación de volver al ruedo, en este caso con una connotación diferente a la que suelo darle a las vueltas, no con regresiones sino con el regocijo de aterrizar otra vez en un lugar al que disfruté pertenecer y que el yo de hoy quiere reivindicar. También con la expectativa de ver qué pasa, o más bien de ver qué puedo construir a partir de este nuevo momento y de esta nueva posición.
Sin más, y con un gato en la falda -porque todo gato tiene alguien que le escriba-, acá comienzo.